Y hablando de Gabo, ¿Qué hay de Carlos J. Calderón H.?
Carlos Julio Calderón Hermida,
el maestro de literatura de Gabo
Delimiro Moreno
A la muerte de Gabriel García Márquez, lamentada por casi todo el mundo (“casi” porque hay enfermos mentales que ni ante la muerte deponen sus odios morbosos), y uniendo nuestras voces a las de quienes lo han calificado como el más grande escritor castellano del siglo XX y la mayor gloria de Colombia, queremos recordar algo que los medios nacionales han callado sistemáticamente: el papel jugado en su carrera por el profesor Carlos Julio Calderón Hermida, nacido en El Naranjal (Huila) el 16 de marzo de 1907 y muerto en Bogotá en octubre de 1981, según aparece en libro de Gustavo Castro Caycedo “Gabo: cuatro años de soledad. Su vida en Zipaquirá”, libro y autor que no fueron consultados por los sabios “gabólogos” de la radio y la televisión nacionales en sus homenajes a nuestro único Nobel de Literatura. (No Nóbel, como insisten en decir, sino Nobél, como habrá que escribir para que pongan en esta palabreja el acento dónde es).
Calderón Hermida, según Gustavo Castro Caicedo en la obra citada (no superada por ningún crítico o historiador huilense a pesar de los muchos años que lleva de editada) fue un distinguido pedagogo y poeta huilense, médico frustrado, satisfecho, sin embargo, porque tuvo dos hijas y un hijo médicos y, sobre todo, un hijo intelectual: el premio Nobél Gabriel García Márquez, de quien fue maestro de literatura en el Liceo de Zipaquirá en los años 1943-1946 donde el futuro Nobél haría su bachillerato. Pero Calderón Hermida no era un profesor común y corriente, que dicta una clase, pone unas tareas y que el alumno se defienda como pueda. No. Era un “incitador”, un amigo de sus mejores alumnos, a quienes aconsejaba lecturas adecuadas y las guiaba con sabiduría en ellas. Él convenció al dicharachero y mamagallista costeño que se divertía dibujando caricaturas y escribiendo humorísticas coplas sobre sus profesores y sus condiscípulos, que se dedicara a la literatura seria, leyera los grandes maestros y, como García Márquez mismo escribió: “fue a quien se le metió en la cabeza esa vaina de que yo escribiera”.
Castro Caycedo precisa (página 225): “El profesor Carlos Julio Calderón Hermida tuvo el gran mérito y privilegio de haber logrado inculcar a Gabriel García Márquez la lectura de las obras y los poemas y escritores más importantes de la literatura, y de haberlo convencido y llevado a escribir en prosa en lugar de que siguiera dibujando y escribiendo coplas, acrósticos y poemas, que era lo que le gustaba a Gabo. Calderón lo fue convenciendo racionalmente, hasta que lo convirtió en escritor”.
“Cecilia Calderón –agrega Castro Caycedo-, una de sus hijas cuenta: “Mi padre era poeta de la línea ´piedracielista`; se ganó un concurso de literatura con “Canto al amor”; era un ser romántico y sentimental; amable, exigente, pero muy humano”.
Zipaquirá, por otra parte, era una especie de “centro de la cultura excluida de Colombia”. Allí era rector del Liceo el poeta piedracielista Carlos Martín, y en la ciudad presidía una tertulia literaria una dama muy reconocida, Cecilia González Pizano, “La Manquita”, que alentaba las inquietudes poéticas de la ciudad y su Liceo. Allí estaban, también, profesores que en otros Liceos nacionales más conservadores no tenían lugar, como Calderón Hermida, a pesar de ser uno de los pedagogos más reconocidos por la Secretaría de Educación de Cundinamarca, cargo que ejercería posteriormente, donde se enteró del Premio para Gabo…
El mundo entero, los más notables jefes de Estado, encabezados por el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama y los más importantes escritores de todas las lenguas, han lamentado la muerte de García Márquez. Las primeras páginas y los editoriales de todos diarios editados en todos los idiomas se han dedicado a exaltar sus méritos. Solo alguna ganadera uribista, que no está en sus cabales, y un despistado opita sectario y mal informado, se han atrevido a profanar su tumba con vulgares improperios, repudiados por la inteligencia nacional y hasta por el expresidente Uribe quien ha publicado un tuiter en homenaje al escritor, en el que reconoce su legado.
Y terminemos este homenaje a Gabo con una de sus expresiones de clase más valientes y más odiadas por los “bienpensantes”: Si la mierda fuera riqueza, los pobres nacerían sin culo.
MERECIDA FELICITACIÓN
Nuestro sabio contertulio, el profesor Liberio Salazar, se lució el Viernes Santo con sus comentarios en la Radio Surcolombiana sobre la música sagrada de Johan Sebastián Bach. Estas intervenciones ponen muy en alto no solo al profesor Salazar, sino a nuestra tertulia, que lo tiene como uno de sus mejores exponentes. Muchas gracias, maestro Liberio, por sus magníficos aportes; y felicitaciones también a la Emisora Surcolombiana y nuestro contertulio, doctor Julio Enrique Ortiz, por esa programación de Semana Santa tan adecuada, ejemplo para todas las otras emisoras…