Protesta regional; silencio nacional
Neiva vivió el jueves pasado uno de esos momentos estelares de los pueblos, cuando todos sus integrantes, sin distingos de clases, de credos, de partidos y hasta de razas, se unen con un solo objetivo: la defensa de su derecho al agua, a la vida, amenazado por oscuros intereses de empresas transnacionales, para los cuales nada vale la vida de los pueblos cuando se trata de acumular capitales, fruto de la explotación de los recursos naturales de los países, entregados a ellos por gobiernos antinacionales, simples instrumentos de empresas extranjeras, a cambio de “un puñado de dólares”, como proclamaba una película gringa, no importa que se sacrifique para ello la vida misma de los pueblos que pretenden gobernar, porque nosotros ni siquiera tenemos una clase gobernante, sino una clase dominante, explotadora de su propio país.
El pueblo de Neiva, liderado esta vez por su Gobernador, su Obispo, su Alcalde y sus líderes políticos, salió unánimemente la mañana del jueves a decir ¡NO! a la pretensión de una empresa extranjera, basada en un contrato secreto y por lo tanto desconocido por nosotros, los directamente afectados por él, con un ente centralista, una supuesta “Autoridad Nacional de Hidrocarburos”, para explorar, hacer para ello “sísmica” (es decir, explosiones subterráneas que afectan la existencia misma de las fuentes hídricas), sin necesidad de la venia de las autoridades ambientales, y luego explotar, si acaso lo encuentran, el petróleo allí acumulado por la Naturaleza. Porque es aquí donde está el veneno político de esta absurda decisión: por una disposición constitucional que viene desde 1886, la propiedad sobre el subsuelo y sus riquezas, que hasta esa constitución antidemocrática estaba en manos de las regiones o los Estados Soberanos como los llamó Constitución democrática de 1863, pasó a poder del Estado Centralista con sede en Bogotá; y desde entonces las decisiones vitales sobre los recursos naturales de los departamentos, se toman en Bogotá sin tener en cuenta la opinión de sus pueblos, ni sus autoridades, ni sus líderes políticos y cívicos. A todos estos, como ocurrió con el Quimbo, simplemente se les informa cuando ya todas las decisiones están tomadas y parecen irreversibles. Lo fueron en el caso del Quimbo, porque nuestras autoridades de entonces, y los líderes políticos y cívicos, estuvieron de acuerdo con esa inicua empresa, y dejaron al pueblo solo en la protesta, acaso a cambio de unas pocas migajas caídas de la mesa del moderno rico Epulón, sonriente ante la torpeza y avidez de prebendas de quienes así humillaba. Pero en este caso, el de la exploración y explotación petrolera de la cuenca del río Las Ceibas, de donde procede el agua para una población de más de 400.000 habitantes, definitivamente parece que no, porque ahora no se trata de perjudicar a unos cuantos centenares de campesinos, como en el Quimbo, sino a los habitantes todos de una ciudad y una región, ricos y pobres, blancos y mestizos, influyentes o no, todos nos veríamos afectados por la extinción de la Naturaleza en la cuenca del río Las Ceibas. Y fue así como escuchamos al Presidente-candidato decir que pararía la “sísmica” en Las Ceibas; y la Autoridad Nacional de Hidrocarburos comprometerse ante el Gobernador del Huila y el Alcalde de Neiva a parar todo proyecto de exploración y explotación petrolera en la cuenca de las Ceibas. Y no solo en su mismo cauce, sino en toda la cuenca que lo alimenta. Esperamos que así sea, que quede por escrito, porque a las palabras se las lleva el viento, porque la manifestación expresa del pueblo de Neiva no puede ser burlada, aunque haya sido silenciada por los medios de comunicación bogotanos, prensa, radio y televisión, para quienes esta “provincia” sólo es noticia, cuando hay masacres de más de diez muertos, pues ni siquiera el accidente de tránsito con cuatro víctimas, entre ellas el promisorio dirigente regional Sergio Younes, fue para ellos digno de informarse. O cuando vienen, en épocas de San Pedro especialmente, a esquilmar los presupuestos de publicidad local que se va casi todo para ellos, dejando a los medios locales con los residuos. Esperamos que cuando esto vuelva a ocurrir, los ordenadores del gasto público y privado del Huila, les respondan que si el Departamento no cuenta para informar de sus grandes movimientos, tampoco debe contar para recibir su publicidad. Y al pueblo del Huila, lo invitamos a que deje de comprar los diarios bogotanos y compre los suyos; y dejen de escuchar y ver las cadenas de radio y TV capitalinos, y solo oiga y vea los suyos. Acaso así se darán cuenta de que existimos. Porque no es posible que la protesta regional sea silenciada también, no solo por el régimen centralista, sino por los medios de comunicación, más centralistas que el gobierno mismo.