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Archivo Tertulia

RINCÓN DEL BOTALÓN: PAZ EN COLOMBIA

La paz en Colombia nos ha sido muy esquiva. Yo no recuerdo una declaratoria de paz y tranquilidad emitida por ningún gobernante. Pareciera que en esta esquina del mundo solo habitan mafiosos en conflicto detrás del negocio del narcotráfico y esto ha marcado a toda una generación de colombianos entre quienes el narco es el campeón digno de imitar; la época es del dinero fácil, donde todo es válido para obtenerlo; cuando las instituciones son débiles y permeables, y los corruptos hacen de las suyas. Realmente, el panorama es complejo para unas negociaciones de paz con la más grande y antigua guerrilla del mundo, pero el presidente Santos se la juega por la paz con las FARC en Colombia y en ese sano intento por buscar la concordia entre los colombianos debemos acompañarlo.

El actual momento está marcado por una clara disminución de los miembros de la insurgencia, en gran medida, debido a la eficacia de nuestras Fuerzas Armadas que ahora les representa una gran amenaza, especialmente nuestra Fuerza Aérea que tiene capacidad para destruir un objetivo en cualquier parte del territorio nacional, y todo esto, unido a una bien administrada política de delaciones, la cual ocasiona un serio dolor de cabeza para la seguridad de los guerrilleros, que comienzan a tener bajas irreemplazables y el debilitamiento cada vez mayor de su organización.

Así mismo, tenemos grandes cambios en el consumo de sustancias alucinógenas, pues las nuevas generaciones muestran una marcada preferencia por las drogas sintéticas o de laboratorio, que se pueden fabricar en los sitios de consumo eliminando los peligros del tráfico en sí. Esto ha ocasionado una caída del consumo de cocaína en cerca del 50% en el mercado americano, por lo que los narcos se han volcado al mercado nacional a reemplazar un mercado en disminución por aumento en el micro tráfico local. El negocio se está acabando y esto se refleja en un mayor esfuerzo para financiar la guerra con otras fuentes, las más recurrentes son la extorsión y el secuestro. Siempre regresamos a lo mismo: nuestras guerrillas son más que otra cosa bandas criminales y como tales, deben ser tratadas.

La negociación en la Habana es una pantomima que la guerrilla quiere alargar al infinito, tratando de obtener una ventaja que no consiguió en el campo de batalla. Los condicionamientos para establecer una Constituyente para avalar los acuerdos parten de lograrlos primero para después mirar cómo blindarlos. Pero los acuerdos tienen que ser pronto, pues si no, se atraviesan las elecciones y con otro equipo nada es predecible, aunque el Gran Colombiano comienza a tener un acercamiento muy positivo con la guerrilla, lo que puede convertir estas sanas tratativas por lograr la paz en política de estado para interpretar el sentir de todos los colombianos.

Los líderes guerrilleros que negocian en La Habana ya no tienen mayor control sobre sus huestes; sus comunicaciones han sido infiltradas; sus recursos no fluyen oportunamente, y la tropa tiene problemas de abastecimiento. Su principal fuente de financiación viene en declive; desbandadas, la dejación de armas es muy común; pueden negociar unos términos que le den blindaje a la cúpula guerrillera y una oportunidad política. Su futuro ya no está en el monte. Por esto es que la paz es posible. Santos lo sabe.

Los economistas opinan que sin guerra el PIB de la economía colombiana podría crecer dos puntos más, lo que equivale a sacar más rápido más gente de la pobreza, pues el territorio en paz genera enormes posibilidades y los recursos de la guerra pueden financiar una revolución en el sistema educativo nacional, que es nuestra mayor necesidad.