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Tertulia del 03/11/2020

LA RUSIA QUE VIVÍ: UNA MIRADA IMPARCIAL AL COMUNISMO EN LA DÉCADA DE LOS OCHENTA

¿Lavado de Cerebro?

Las prevenciones que traíamos producto de una visión parcializada de la realidad soviética nos enfrentó a la difícil decisión de qué educación darles a nuestros hijos.

Alex (der) y Germán Palomo S. (Izq.) en el preescolar en Moscú 1.979

La versión que habíamos recogido era la de que, desde niños, los rusos eran “concientizados” mediante lavado de cerebro que los haría dependientes de la concepción soviética del mundo y de su propia personalidad. Como no tuvimos éxito en lograr las otras opciones los enviamos a la escuela soviética y fue nuestra mejor decisión. El único privilegio que ellos tenían era desayunar con nosotros y el resto del día permanecían en la institución. Hacían la siesta allí y después al conservatorio donde eran observados en su inclinación musical. Si por alguna razón, los padres no podían pasar por ellos dormían en la escuela en cómodos dormitorios. Cuando vemos que la alimentación escolar en Colombia es un objetivo de corrupción y los niños, por ello, son mal alimentados y los preescolares no ofrecen esta atención debemos exclamar: “bienvenido el lavado de cerebro”.

La Educación en la URSS

La Universidad Patricio Lumumba       La Universidad Lomonosov en Moscú

Aunque no todos van a la universidad y el sistema tiene sus herramientas de exclusión en la educación superior, especialmente por su vinculación temprana a la vida laboral mediante “excursiones” a las grandes fábricas para atraer obreros o empleados, la educación terciaria (técnica y tecnológica superior) es especializada. No existen carreras generales como Ingeniería civil o mecánica o eléctrica. Se ofrece formación en ingeniería de edificios o residencias o de máquinas textiles o de energía nuclear, es decir, desde temprano el estudiante enfrente la realidad de su formación. La educación superior, obvio, era utilizada para la penetración del sistema comunista en el tercer mundo. Para ello, crearon en la década de los cincuenta del siglo pasado la Universidad de la Amistad de los pueblos Patricio Lumumba, homenaje al líder anticolonialista y nacionalista congoleño y el primero en llegar al cargo de primer ministro en esa república. Los estudiantes cumplen con el currículo de sus carreras pero el objetivo principal de la Patricio Lumumba es formar líderes dentro de la concepción política y social soviética para que regresen a sus países y, ojalá, alcancen el poder. Pero también está la Universidad Estatal Lomonosov, altamente tecnológica con 17 de sus profesores titulares de premios Nobel y una formación exigente. Los estudiantes extranjeros tenían muchas opciones y, una vez cumplían con su año obligatorio de aprendizaje del idioma ruso, eran ubicados en las otras universidades de las demás repúblicas soviéticas que tenían también otras especialidades como la ingeniería de pesca y de alimentos en Astrakán y Múrmansk, en pleno Polo Norte. Sin duda, la formación superior en la hoy Rusia era, y sigue siendo, muy calificada.

La Cultura en la URSS

El emblemático Teatro Bolshoe (Gran Teatro), templo mundial de la ópera y el ballet oculta una realidad. Al lado derecho tiene la “fábrica” del insumo más importante para la cultura: Los jóvenes que se forman en el “málenki teatr” o el pequeño teatro que es realmente la escuela de Teatro Shchepkin, creada en 1809 para la formación de quienes serán los grandes bailarines del gran teatro. Realmente se respira cultura a alto nivel pero no todo el pueblo lo disfruta e ir al ballet solo es posible como premio por su labor en el trabajo o ser allegado a un alto o influyente funcionario miembro del partido. Ni siquiera los diplomáticos teníamos la discreción de asistir.

Los Huevos Fabergé, en el museo Ermitage San Petersburgo

Otro emblema de la cultura rusa es el museo Ermitage, el palacio de invierno del Zar Alejandro III. Visitar la sala de los huevos Fabergé, el joyero del Zar, es asombroso y no siempre está a disposición de los visitantes. Allí se explica por qué hubo revolución. Tanta riqueza en cabeza de una sola familia tenía que provocar tal reacción. Hoy, los huevos de Fabergé son la inequidad y la desigualdad en donde pocos tienen mucho y muchos tienen poco.

La Salud en la URSS

Mi hija Tatiana, hoy médica, nació en Moscú y fue la oportunidad para conocer el sistema de salud con muchos problemas operativos pero gran responsabilidad profesional. No hay privilegios. Olga compartía habitación con otras tres diplomáticas con idioma diferente sin posibilidades de comunicación. Olga pidió el retiro del Hospital que está estructurado por pabellones como lo teníamos nosotros (el hospital San Miguel en Neiva, por ejemplo tenía pabellón infantil) porque omitieron la comida una noche. El médico se opuso pero ella insistió y yo firmé mi responsabilidad. A los dos días en casa le dio mastitis y 15 días más en la policlínica. ¿Qué hacer con mi hija recién nacida? No podía tenerla. Debí llevarla a la guardería infantil de la policlínica antes de internar a Olga y fueron 15 días de gran incertidumbre por no saber de ella ni su mamá verla. Al final me respondieron que no molestara porque la niña estaba mejor de lo que yo podía ofrecerle en tal situación.

La Economía Centralmente Planificada

Panorámica de la calle comercial Arbat, popular en el centro de Moscú, antes de la revolución Los avisos corresponden a los nombres de las empresas (cuadro de colección propia del autor).

Finalmente, en esta apretada síntesis, la economía centralmente planificada resultó en el mayor fracaso del sistema. Lógico que con un solo agente económico, el Estado, tenía que fracasar. Hoy, con plena globalización, y siempre, uno solo no puede atender las peticiones de una sociedad demandante de bienes y servicios. “Los pecadillos” que mencioné al comienzo de este resumen que uno encuentra son producto de estas grandes limitaciones y la gente no espera ni se deja “morir de hambre”: Hay taxistas piratas (hoy mototaxistas en nuestro medio), almacenes que venden solo en moneda extranjera y que la gente común no pueden acceder; las “coimas” a todo nivel, la prostitución en los grandes hoteles para extranjeros, el robo de medicinas por los médicos y en las fábricas; la tremenda descoordinación entre industrias proveedoras de otras industrias, en fin, nunca funcionó y la corrupción en un sistema controlado es mayor. Lo curioso es que se siga ofreciendo este sistema como el “socialismo del siglo 21” que resulta una repetición de argumentos ya probados como inútiles. Definitivamente, sistema que coarte la iniciativa privada que todos tenemos no tiene futuro. Los vecinos escandinavos han logrado más en lo social sin declararse comunistas y gravando fuertemente a las empresas. ¡Pero no se roban el dinero!