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Tertulia del 12/05/2020

LITERATURA Y CONFINAMIENTO: UNA TERTULIA POLIFÓNICA

Al acercarnos al significado del segundo término, “confinamiento” en sus variaciones semánticas, encontramos varias acepciones que se refieren a desterrar a alguien, señalándole una residencia obligatoria. Recluir algo o a alguien dentro de unos límites. Deportación. Pena por la que se obliga al condenado a vivir temporalmente en libertad en un lugar distinto al de su domicilio. También relacionan los diccionarios al término con encierros temporales por epidemias, pestes o un deseo voluntario.

En efecto, pareciese entonces que el confinamiento asumido en cualquiera de sus significaciones es el estado ideal para escribir. Por naturaleza, la escritura es un acto solitario, subjetivo, íntimo que amerita un ritual especial, construido por cada autor, quien por una necesidad externa o interna lo hace, ya sea por sobrevivencia, estudio, trabajo, re-creación, gusto, presión o un deseo artístico.

Acogiéndonos a este último motivo, el autor encuentra desde el desasosiego, la soledad y el silencio un espacio ideal para escribir. En este espacio se da la contienda del acto creador, estará sólo frente al papel o la pantalla, en una batalla campal con las palabras; esta situación corresponde al principio psicológico de la introspección o en términos de Walter Ong (1982), al momento en que se restablece la conciencia, desde un objeto o asunto escogido para escribir.

Así entonces, la relación y conjunción de los dos términos se produce, el acto creador de la literatura encuentra un nicho ideal en el confinamiento, ya sea por una decisión personal o como una actividad forzada. En ambas motivaciones la actividad literaria del acto creativo es una purga o catarsis existencial para sacar los fantasmas, los miedos y obsesiones que tiene el autor. Permite salvar, sanar, aliviar, remediar, calmar, liberar el espíritu para sobrevivir. No solo al escritor sino también al lector, en la función dual que cumple la literatura.

Obras concebidas en Confinamiento

En un confinamiento causado, la escritura es un escape de la presión del encierro, es un acto de liberación, de esfuerzo, desde el sufrimiento, la reclusión, el aislamiento o recogimiento; es resistencia, un esfuerzo por sobrevivir, una posibilidad de construir vida para sentirse vivo. En este sentido hacemos referencia a algunas obras que fueron gestadas, concebidas o creadas en épocas de confinamiento.

El Decamerón. Bocaccio (1313-1375). Esta obra se escribe en plena peste de Florencia y a su vez describe y trata sobre la epidemia. El libro inicia con la descripción de la peste bubónica o peste negra que golpeó a Florencia en 1348, luego cuenta, como un grupo de diez jóvenes -siete mujeres y tres hombres- huyen de la plaga y se refugian en una villa por diez noches a lo largo de dos semanas, en donde se narran los cien cuentos del texto.

El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes (1547- 1616) En su prólogo, el autor asegura que inventó a su héroe en la cárcel de Sevilla cuando estuvo por una mala gestión comercial. Allí lo concibió y empezó a escribir sobre un tipo flaco y loco que abandona su reclusión para irse a dar palizas por el mundo.

El Rey Lear. William Shakespeare (1564-1616). Su escritura se dio en épocas de plagas. La primera en 1593. En ese momento y con el cierre de los teatros en Londres, su compañía, King`s Men, «Hombres del rey»; en su encierro y desde el ocio creativo, concibió los borradores del ‘El rey Lear’ y ‘Macbeth’.

Los 120 días de Sodoma. Marqués de Sade (1740-1814). La vida del autor fue un largo encierro al que le condujeron hacer sus fantasías libertinas. Preso en la Bastilla, escribió esta novela, catálogo de atrocidades, violencia y vejaciones sexuales. En 1789, tras la toma de La Bastilla y después de ser trasladado al psiquiátrico de Charenton, un ciudadano rescató el original de entre las ruinas del presidio y lo publica.

De profundis. Oscar Wilde (1854-1990). Texto desgarrador escrito en la cárcel de Reading, dirigido a su amante, el joven Bosie, en la que Wilde hace un balance sobre su vida con todos los matices posibles, la lucidez, el dolor, la indulgencia para sí mismo y los reproches hacia su amado.

Tratado lógico de filosofía. Ludwig Wittgenstein (1889-1951). Texto relacionado con la lógica y la filosofía del lenguaje, muy influyente en el siglo XX. Fue escrito en un campo de prisioneros italiano, cerca de Montecassino donde estuvo recluido Wittgenstein durante la primera guerra mundial.

Mi Lucha. Adolf Hitler (1889-1945). El "putsch" o fallido golpe de estado en Munich llevó al futuro führer a la cárcel de Landsberg en el verano de 1924, allí redactó el primer volumen de esta obra que es a la vez memorias y manual ideológico. Parece que se lo dictó a Rudolph Hess, con quien compartió encierro, pero luego, él lo mecanografió.

El Diario. Ana Frank (1929-1945). Texto escrito por una adolescente de 13 años entre el 12 de junio de 1942 y el 1 de agosto de 1944, mientras se mantenía escondida con los suyos y otra familia amiga en la buhardilla clausurada de un edificio en Ámsterdam. Se publica inicialmente con el nombre de La Casa de Atrás.

Cancionero y romancero de ausencias. Miguel Hernández (1910-1942). Escrito entre 1938 y unos meses antes de su muerte en 1942 en el Reformatorio de Adultos de Alicante, donde muere por tuberculosis y las pésimas condiciones sanitarias.

Santa maría de las flores. Jean Genet (1910-1986). Novela autobiográfica escrita en la prisión de Fresnes. Allí el francés plasma y concentra todo el odio social acumulado desde sus 10 años de edad, cuando cometió su primer robo. Luego sobrevivió prostituyéndose, falsificando documentos y dedicándose a la mendicidad.

El diablo en la cruz. Ngugi Wa Thiongo. (1938). El africano hacia 1977, y después de una representación teatral que disgustó mucho a las autoridades locales fue recluido en una de las prisiones de seguridad más estrictas de Kenia. En su celda decide abandonar, para la creación, el inglés del opresor colonial y dedicarse a escribir en su lengua materna el gikuyu. En este lugar escribió esta novela fantástica y simbólica en el “rasposo papel higiénico” que le daban. Hoy es uno de los más firmes candidatos a ganar el Premio Nobel de Literatura.

De esta manera, si recogemos de las anteriores obras las marcas de confinamientos que tuvieron los autores mencionados, encontramos que algunos fueron prisioneros en cárceles, otros, padecieron epidemias y pestes; están los que fueron perseguidos por xenofobia, expulsión y regímenes dictatoriales. De igual manera, son variados los géneros literarios que se cultivaron, novela, teatro, poesía, ensayo, tratados, diarios y autobiografías. Algunos crearon en la narrativa personajes únicos, nefastos e idealizados. Los temas asumidos fueron condenados y vedados, tratados en su momento como profanos, irreverentes y prohibidos.

Así la Tertulia lució como un coro, un cruces de voces, tanto de los asistentes como de los contertulios que enriquecieron y complementaron con aportes y lecturas amenas fragmentos de algunos textos, como versos de Hernández, y remembranzas de películas, como Decamerón del director italiano, Pier Paolo Pasolini (1971) y Letras prohibidas del norteamericano Philip Kaufman (2000), relacionada con la vida del Marqués de Sade.

Los contertulios ampliaron argumentos y análisis de los libros presentados, como fue el caso de Ana Frank; Ludwig Wittgenstein y hasta del mismo Hitler. Atractivo el aporte sobre la confinación que por voluntad propia hiciere la gran poeta norteamericana Emily Dickinson (1830-1886), y sobre Dostoievski cuando fue arrestado y encarcelado el 23 de abril de 1849 por conspirar contra el zar Nicolás I. Se destacó también la condición de confinamiento en que vivió el físico nuclear ruso, Andrei Sakharov (1921-1989), responsable del proyecto de la bomba H. y cómo este aprovechó el momento para escribir sobre su ciencia.

Es decir, que las expectativas iniciales sobre el tema tratado fueron superadas en un concierto que magistralmente hizo de otra noche de confinamiento opita, un momento mágico para vernos en otros tiempos y con otros confinados; o tal vez, como lo dijo sabiamente un contertulio, asistimos a un banquete literario del cual salimos todos muy satisfechos. Aprovechar el confinamiento para escribir es un estado ideal y de eso dio cuenta la Tertulia. Haber reconstruido un pasado literario clásico de algunas obras concebidas y escritas en estas condiciones, sólo nos invitan ahora a leerlas. ¡Así que adelante lector!

EN EL SIGUIENTE BOTÓN ENCONTRARÁN ILUSTRACIONES DE ALGUNOS DE LOS LIBROS MENCIONADOS EN EL ARTÍCULO DE LA EXPOSITORA MARTHA CECILIA ANDRADE.