Afirma que el Yo y el libre albedrio de acuerdo a estudios teóricos y experimentos de neurociencias se tratan de presentar como meras ILUSIONES y el argumenta que no es así sino que el cerebro constituye el propio YO y determina sus propias acciones, es decir que sí existe el Libre Albedrío y no estamos determinados a un solo camino y destino por fuerzas inexorables. Dice que quienes objetan el yo y el libre albedrio presuponen que el yo es consciente. Es decir suponen un YO CARTESIANO que no tiene lugar en la descripción del cerebro como un sistema altamente distributivo que ha evolucionado y desarrollado en un contexto darwiniano. En esto refuta al Dr. Rodolfo Llinás nuestro distinguido neurofisiólogo colombiano de quien dice que “la función del Yo es la centralización de la predicción…” pero no hay órgano centralizante así que el yo no es sino una percepción interna, o sea, una ILUSION. Pero en el contexto evolutivo o darwiniano del cerebro, su función es la coordinación de la información externa con la información de los estados internos del organismo teniendo en cuenta su propia experiencia que le ha permitido sobrevivir, su herencia genética y por supuesto necesita una gran conectividad neuronal.
Un cerebro que ha evolucionado coordinando la información externa e interna en el contexto de su propia historia realiza las funciones atribuidas al Yo. Es decir, ser un YO es lo que generalmente hace el cerebro. Además, es importante reconocer que la mayoría de las acciones cerebrales son inconscientes, incluyendo las cognitivas. Y cita a Francis Crick quien afirma que se necesitan miles de procesos subconscientes para elaborar un solo proceso consciente. Y actúa en forma distributiva, no centralizada, preparándose para la acción y se observa como se establece la conexión en animales sociales con cercanía. Para esto nos mostró unos interesantes experimentos, realizados por el Dr. Munévar mismo en cerebros de voluntarios, con la ayuda de la resonancia magnética funcional, en los que se activaban diferentes regiones a medida que pensaban acerca de sí mismos, de sus mejores amigos o de alguien famoso como Bill Gates, con una intensidad claramente diferenciadora con lo cual fortalece su teoría. Nos mostró también conocidos experimentos como los de Nielsen y Libet que establecen como se forman ilusiones y como se establecen los microtiempos entre el pensamiento y la acción, lo cual supone la complejidad del cerebro en la ejecución de sus funciones, en general, de forma subconsciente. Y afirma que así como las ilusiones de la visión no suponen que el cerebro no ve, tampoco las ilusiones del libre albedrío presuponen que el cerebro no causa nuestras acciones. Sostiene que la información que llega al cerebro es rápidamente procesada de tal forma que el total es mayor que la suma de sus componentes o partes. Y estas a su vez pueden ser afectadas de acuerdo al contexto en que se desenvuelva el proceso. Un ejemplo sería cuando alguien les apunta una pistola a otras personas. Para uno será que está cargada, para otro que puede ser un juguete, para otro será que le pega, o será que llora y así depende cada cerebro en particular como interpreta la situación de acuerdo a su conveniencia o experiencia. Y concluye el Dr. Munévar que cada cerebro tiene sus propias leyes pues es su propio “mundo” Y entonces el YO determina sus propias acciones. En eso consiste el libre albedrío. Y luego vinieron sesudos comentarios de varios asistentes como el Profesor Liberio, Monseñor Froilán, y otros más. Fue realmente un inolvidable evento del conocimiento.